Las malas compañías de Flix


El País, 20 de gener de 2002

Los episodios de contaminación han hecho de esta localidad un referente en la investigación epidemiológica

DAVID SEGARRA | Barcelona

El municipio de Flix ostenta un verdadero récord mundial que lo ha hecho famoso en las revistas científicas especializadas: varios estudios han hallado en sus habitantes los más altos niveles de hexaclorobenceno (HCB) jamás descritos en seres humanos. El HCB es una sustancia organoclorada altamente tóxica, que se está intentando erradicar en todo el mundo debido a sus efectos perniciosos sobre la salud. Los estudios epidemiológicos realizados hasta la fecha, que han aprovechado la singularidad de Flix para estudiar la situación a fondo, no han logrado detectar efectos visibles en la salud general de la gente con una excepción: los empleados de la 'factoría química de la localidad', según la expresión utilizada en la literatura científica para referirse a la fábrica de Ercros.

El primer estudio que desveló lo que ocurría en Flix se publicó en 1994 en la revista International Journal of Cancer. Este trabajo indicaba que los análisis realizados en 1989 y en 1992 ponían de manifiesto que la atmósfera de la localidad presentaba unos niveles de HCB unas 1.000 veces superiores a los normales.

En 1999 se publicó un revelador artículo en el número de marzo-abril de la revista Archives of Environmental Health, firmado por 11 investigadores entre los que destacan Jordi Sunyer, María Sala y Nuria Ribas, del Instituto Municipal de Investigaciones Médicas, de Barcelona (IMIM), y Joan Grimalt, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Esta vez se estudiaba una población global de 1.800 habitantes, y se detectaba que los habitantes de Flix 'tienen los mayores niveles de HCB jamás descritos', entre 50 y 100 veces superiores a los normales. Los niveles eran especialmente altos en los hombres que trabajaban en la factoría química. En aquella ocasión se analizó la incidencia de varias enfermedades sospechosas de relacionarse con los contaminantes, y el nivel de salud evaluado en la población general de Flix se consideró perfectamente normal. Pero la situación observada en los trabajadores fue bien distinta: los empleados de la planta química de Ercros presentaban mayor número de enfermedades asociadas con la exposición al hexaclorobenceno, básicamente bocio, hipotiroidismo, enfermedad de Parkinson y varios tipos de cáncer. La población masculina resultó ser la más castigada: en el colectivo de 445 hombres que trabajaban o habían trabajado en la empresa aparecían, por ejemplo, 4 casos de Parkinson y 28 de cáncer, mientras que no se detectó ningún caso de Parkinson y sólo 8 de cáncer entre los 341 hombres que nunca habían trabajado en la fábrica.

Un portavoz de la empresa Ercros ha remitido a este periódico una nota de prensa que la Generalitat catalana elaboró en 1997, en la cual se cita el trabajo de los epidemiólogos del IMIM para concluir que 'el estado de salud de la población de Flix no difiere de la esperada'.

Una de las vías de incorporación del HCB identificadas fue el consumo de peces obtenidos en la localidad. Jordi Sunyer, epidemiólogo del IMIM y uno de los autores de estos trabajos, considera que 'los peces del embalse de Flix no son aptos para la alimentación humana, y su consumo debería prohibirse'.

Los investigadores dicen que los peces del embalse de Flix no son aptos para el consumo

Una vez se incorpora al organismo, el HCB se acumula en la grasa, y su eliminación es muy lenta: la excreción diaria supone menos del 0,05% de la cantidad acumulada en la grasa de las personas, según indica un trabajo publicado en el año 2000 en Environmental Health Perspectives. Esta acumulación comporta que los individuos contaminados sigan estándolo durante mucho tiempo.

Sunyer resume así sus impresiones: 'Los altos niveles recibidos de HCB no han afectado la salud general de los habitantes de Flix, a excepción de los trabajadores que han sido expuestos a concentraciones muy altas'. En el conjunto de la población sólo se perciben 'trastornos menores', agrega Sunyer, como 'alteraciones en el funcionamiento de la tiroides' descritas por estos investigadores, cuyas consecuencias están por determinar, aunque pueden tener efectos neurológicos, sobre todo en la población infantil.

Los niños nacidos en Flix centran actualmente la atención de los científicos. Muestras de bebés nacidos entre 1997 y 1999 revelan que todos los recién nacidos ya presentan niveles detectables de HCB y de DDE (el metabolito resultante de la 'descomposición' del DDT) que se han incorporado al feto a través de la placenta. Los investigadores han comprobado que la exposición intrauterina a HCB reduce el crecimiento del feto. Posteriormente, los niños seguirán incorporando HCB y otros compuestos a través de la lactancia materna, pero Sunyer añade que aun así las pruebas neuroconductuales realizadas indican que 'los beneficios de la lactancia materna compensan los problemas neurológicos que pueda causar el HCB en cuanto al desarrollo cognitivo'. Ahora, los autores ultiman el análisis neurológico de 99 niños nacidos en Flix a partir de abril de 1997, cuyos resultados se publicaran próximamente. Por cierto, estos análisis indican que las emisiones de HCB en Flix han disminuido apreciablemente en los últimos años.

A pesar de su singularidad, Flix es tan sólo un episodio de un problema global. Sunyer expone: 'Todo el mundo incorpora continuamente contaminantes de elevada toxicidad, como dioxinas o PCB, que entran en nuestro organismo por la alimentación en dosis generalmente muy bajas, pero que se van acumulando con el tiempo. Es un problema que nos afecta a todos'.

Un compuesto persistente

El hexaclorobenceno, o HCB, es un compuesto organoclorado que se acumula en los seres vivos y, una vez liberado, es muy persistente en el medio ambiente. Durante décadas fue producido industrialmente como fungicida, entre otras aplicaciones.

La toxicidad de este compuesto es mal conocida. En animales de laboratorio es un potente cancerígeno, y se han descrito efectos negativos sobre la reproducción. La exposición directa en humanos produce porfiria cutánea y diversas alteraciones neurológicas como la enfermedad de Parkinson o disfunciones de la tiroides.

La peligrosidad del hexaclorobenceno ha llevado a incluir este compuesto en la lista de las 12 sustancias que se pretenden erradicar completamente de la faz de la Tierra, juntamente con las dioxinas, los PCB, el DDT y otros contaminantes orgánicos persistentes, según establece el denominado convenio de Estocolmo (véase el suplemento de Salud de EL PAÍS del martes 15 de enero de 2002).


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