La inútil mansurronería


J.A. Martínez-Abarca

El esclavejío

El presidente Valcárcel ha anunciado una campaña para contrarrestar las hostilidades anti Plan Hidrológico en Europa, que están teniendo mucho éxito. En el Gobierno murciano se han dado cuenta de que la demagogia, la agresividad, el simplismo, el mito del paraíso perdido de Labordeta, donde todos los paletos felices votarían a la Chunta y se lavarían una vez al año, les hiciera falta o no, resulta que venden, por directos. Pero eso lo sabíamos todos menos el Gobierno murciano, que nos trató de hacer creer que la política pastoril de «no confrontación» con Aragón, la égloga de no echar gente a la calle, el guante blanco de cogérsela, el tópico de las cuatro estaciones de Vivaldi y el flou fotográfico de las florecillas creciendo del anuncio de la tele nos iban a salvar (¡qué fracaso, no por anunciado menos estrepitoso, el de Sanchís y asociados, los asesores madrileños que se pillaron aquí para que les hiciesen la campaña a favor del plan!). Ahora se demuestra que todo eso era una filfa, como no nos quedaba ninguna duda entonces, menos al portavoz de Comunicación, el socialcristiano Ruiz Vivo, que es tan bienpensante que a veces la gente mala se aprovecha.

Los de aquí seguían con la matraca de que respondían con argumentos a las descalificaciones del gobierno aragonés. Pero esto es como lo que decía Woody Allen sobre los nazis, de que «no sirve de nada satirizar a un tipo de botas relucientes». A las descalificaciones hay que responder con descalificaciones, no se ha inventado nada mejor. Salvo mejores descalificaciones. A la violencia no se puede responder con diálogo. Al ecologismo falseado de Marcelino Iglesias, tanto más falso cuanto podría mantener esa posición y la contraria sin cambiar la cara, si su partido se lo ordenase, no se puede oponer unas jornadas sobre el Plan Hidrológico Nacional en Madrid, en el hotel Palace, organizadas por la CAM, donde los más interesados eran las empresas del hormigón, que eran las únicas que tomaban nota cuando el secretario de Aguas, Pascual Fernández, habló de inversiones (soy testigo presencial).

Ya sé que queda más centrista y más reformista no hacer nada, contemplar cómo te dan en la cresta con gesto de suficiencia intelectual (palos con gusto no duelen), ver cómo se juntan medio millón de personas en la plaza del Pilar para protestar contra el Plan Hidrológico (para ellos, «hidro-ilógico» o «hidráulico») y aquí seguir emitiendo doctrina exquisita para consumo interno. ¿De qué nos vale ahora haber pagado a unos cuantos tertulianos de Madrid para que viniesen a explicarnos lo que ya sabíamos, y encima que no les diese la gana de explicarlo e ironizaran a costa del propio presidente regional cuyo gobierno les pagaba? Claro, aquello era la postura elegante, y lo de Aragón era lo burdo. ¡Cómo nos íbamos a manchar aquí con esas grasillas metodológicas! Pero con la elegancia vamos a ir de cabeza al infierno.


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