Ya casi nada nos indigna

La Vanguardia - 22/01/2002

Artur Gaya

Desde el 15 de enero, Tortosa ya no tiene autobuses que enlacen su estación de tren con la de largo recorrido de l'Aldea. Renfe los ha eliminado sin previo aviso y sin ninguna explicación. El servicio de autobuses se creó a causa de la indignación ciudadana que produjo el descarte ferroviario de la ciudad ante el nuevo trazado de doble vía entre Barcelona y Valencia. Ya entonces quedó claro que las ideas de Renfe no pasaban por ofrecer un servicio público, sino por el criterio de la máxima rentabilidad. Poco importan, para el Estado, los ciudadanos de pequeños núcleos de población, ni cómo habrán de cubrir sus necesidades de comunicación; aparte, claro está, de su poco peso electoral ante el de las grandes urbes millonarias.

Poco importó entonces apartar la capital del Baix Ebre del llamado corredor del Mediterráneo, como también poco importó, años antes, retirarla de su comunicación con Zaragoza y los pueblos del interior (línea de la Val de Zafan). Ahora, menos importa aún que los vecinos de Tortosa tengan que desplazarse en taxi o en vehículo particular para subirse a un tren de largo recorrido, de esos que unen ciudades pero separan pueblos enteros.

Lógicamente, la noticia ha sido mal recibida en un territorio acostumbrado a no contar para nada en el Gobierno de Madrid. Pero tal vez lo más grave de todo sea pensar que hechos como éste ya, por ser habituales, no llegan a producir prácticamente indignación. Posiblemente este sea el objetivo del poder: tratarnos continuamente tan mal que su conducta ya ni tan siquiera nos indigne. Una buena estrategia para que el pueblo deje de creer definitivamente en la política.

Si los ciudadanos olvidamos a los políticos, ellos podrán seguir haciendo cada vez más lo que quieran, sin importarles en absoluto otra cosa que no sea nuestro voto. Y si resulta que no votamos, mejor para ellos e igual para nosotros. El largamente anunciado divorcio está llegando ya a su culminación.

ARTUR GAYA, periodista y músico