España exporta tecnologia capaz de evitar el trasvase
José Juan Verón
Tragsa, una empresa pública que pertenece al Ministerio de Agricultura, está a punto de iniciar la construcción de una gran planta desaladora en Jordania. El Gobierno español, que por el momento no se plantea aplicar esta tecnología en España, la ha vendido a Jordania por 664.000 millones de pesetas (3.990 millones de euros).
El país árabe obtendrá 800 hectómetros cúbicos anuales de agua
potable, a un coste de 36 pesetas (0,22 euros) por metro cúbico, gracias al
sistema de desalación por presión natural ideado por el novelista Alberto
Vázquez-Figueroa.
Una planta similar acaba de ser comprada por el Gobierno de
Chile. España vende fuera de sus fronteras tecnología capaz de evitar el
trasvase del Ebro, pero no la utiliza en su territorio.
Estas desaladoras se basan en un sistema extremadamente
sencillo, que abarata los costes de la desalación tradicional en casi un
50%. Si se aplicara esta técnica en España, el agua saldría más barata que
la procedente del trasvase del Ebro. La mayor ventaja de estas desaladoras
no es el menor coste del agua, sino que su instalación cuesta algo más de
dos años, mientras que el trasvase del Ebro no estará terminado, como
pronto, antes de ocho años.
La desalación, además, ofrece a las zonas costeras una mayor
autonomía y seguridad en el suministro. El sistema es sencillo.
Ahorro energético
Hasta el momento, la desalación supone un alto gasto de energía,
pues es necesario generar una gran presión en el proceso. Sin embargo, en el
sistema por presión natural de Tragsa, el agua se hace descender a 550
metros, profundidad donde la presión atmosférica natural facilita el proceso
y reduce el consumo energético. Una vez desalada, el agua se bombea y está
lista para el consumo.
Las desaladoras en España serían más baratas que la de Jordania.
En ese país es necesario trasladar el agua desde el Mar Rojo a la desaladora
a lo largo de 130 kilómetros. Un factor que encarecería el agua aquí es que
en Jordania se ha utilizado una depresión natural del terreno que no existe
en España, por lo que sería necesario realizar un pozo de mayor profundidad.
En nuestro país, las plantas pueden construirse cerca de la
costa. El proyecto consiste en instalar desaladoras de tamaño medio y
capacidad variable, suficientes para abastecer a poblaciones, industrias y
cultivos de primor, mientras la agricultura tradicional sigue alimentada por
los recursos hídricos actuales.
El sistema tiene menor impacto ambiental que las desaladoras
tradicionales. En primer lugar, ocupa un espacio reducido, pues el 90% de la
maquinaria se encuentra bajo tierra, en un foso de seis metros de diámetro,
que también la convierte en una instalación silenciosa.
Por litro de agua desalada se crea uno doblemente salado, que se
devuelve al mar a temperatura ambiente, lo que reduce el impacto de las
salmueras provocadas por las desaladoras tradicionales. Otra ventaja
importante se refiere al aspecto financiero. Las desaladoras tradicionales
tienen una vida útil inferior a veinte años, por lo que su amortización debe
calcularse en once años. La vida media de las desaladoras por presión
natural es superior a los 40 años, por lo que su amortización se estima en
unos 25 años. El trasvase del Ebro, cuya amortización se ha programado para
50 años, incluye buen número de estaciones de bombeo e instalaciones cuya
vida es inferior a los 25 años.
Desalación y PHN
El PHN prevé obtener 464 Hm3 de la desalación. El Plan
Hidrológico Nacional (PHN) pretende la construcción de 41 desaladoras en
España, la mayoría en Baleares y Canarias, adonde no es posible trasvasar
agua. En las cuencas receptoras del trasvase , está previsto construir
dieciséis plantas de desalación, que servirán para obtener 464 hectómetros
cúbicos al año a pleno rendimiento. La desalación es una opción secundaria
en el PHN y sólo válida para el abastecimiento urbano.
La primera de las desaladoras que entrará en funcionamiento es
la de Carboneras, en Almería, con una capacidad de 42 hm3 anuales. Se
terminará a finales de 2002 y abastecerá a la capital almeriense.
Están en marcha otras plantas, como Nuevo Canal de Cartagena
(Murcia), La Pedrera (Alicante) y Tahibilla (Murcia). Según el PHN, el coste
medio del agua generada por estas desaladoras es de 130 pesetas por metro
cúbico, de las que 55 pesetas (el 42,3%) son costes de producción, mientras
que el resto corresponde al consumo energético y a la amortización de la
inversión.
El subsecretario de Planificación Hidrológica del Ministerio de
Medio Ambiente, Francisco Cabezas, explicó recienmente en Alicante que
trasvase y desalación deberán convivir. Cabezas reconoció que las nuevas
técnicas de las desaladoras han abaratado mucho los costes en los últimos
años.